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TE CON MUSSOLINI

 

 

 

 

 

 

Franco Zeffirelli

 

 

 

Franco Zeffirelli es un cineasta cuya exquisitez roza lo sublime. En esta ocasión, sin embargo, abandona un tanto sus delirios formales para sumergirse de lleno en la nostalgia y narrarnos su propia infancia, la del hijo ilegítimo de un importador de paños ingleses que fue educado, durante los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, por un grupo de damas inglesas residentes en Florencia apodadas Las Escorpionas. La película se articula como un clásico duelo de actrices: Cher, una judía, corista de Ziegfeld, coleccionista de pintura moderna y maridos millonarios; Judi Dench, una bohemia restauradora de frescos; Joan Plowright, la madre adoptiva del pequeño Luca y secretaria del padre de este; Maggie Smith, una esnob aristócrata admiradora del Duce; y Lily Tomlin, arqueóloga americana declaradamente lesbiana. Zeffirelli proporciona un aire decididamente viejo al film, que resulta previsible en su desarrollo, siniestro en sus secuencias bélicas, esplendoroso en sus números interpretativos y decididamente entretenido en su conjunto.  Lo mejor:

 

 la interpretación de todas las actrices

El ambiente y los atuendos de Cher.

 

 

 

Té con Mussolini nace del interés de Zeffirelli por revisar su pasado, identificando en Luca. Reunió a un elenco de actrices reconocidas (Cher, Maggie Smith, Judi Dench, Joan Plowright y Lily Tomlin) que compensaron la marcha del proyecto y que por problemas de agenda, renunciaron las inicialmente previstas Angela Lansbury y Vanessa Redgrave. Cuando se estrenó la película, los críticos se ensañaron con ella, tildándola narcisista y complaciente, ya sabemos como son algunos críticos...... Otros cronistas como por ejemplo Tomás Fernández Valentí por el contrario la defendieron a pesar de presentar una estructura narrativa en ocasiones rígida y cierta solvencia narrativa. En efecto, es una historia de aprendizaje basado en el respeto a la cultura, el compromiso político, y por descontado en cierto desencanto hacia la realidad. En ese sentido una secuencia de una de las damas estadounidense, Elsa (Cher), canta para todo el público Smoke Gets in Your Eyes, poniendo de relieve el hecho de que algo niebla la vista de todos los personajes que depositan su confianza en personas que no la merecen. Ese desengaño en efecto acarreará para sus protagonistas experiencias intensas que la cámara de Zeffirelli registra sin dificultad (cf. la redada de los Camisas negras en Florencia, el momento en el que una pintora llamada Arabella (Judi Dench) ve cómo su perro se escapa de sus manos y acaba en las de Luca, la secuencia en la que Luca entrega un pasaporte falso a una mujer judía) que les harán tomar conciencia de su situación personal, adquiriendo una postura vital que hunde sus raíces en la defensa de la cultura.

 

 

 

 

 

Al respecto, Zeffirelli diseñó una secuencia que supone una declaración de intenciones ( las tres damas inglesas se atan a una torre repleta de cuadros que el régimen fascista pretende volar con una bomba), perfectamente coherente con otras ya vistas a lo largo del metraje ( la secuencia en la que Luca y su tutora representan con unas marionetas la obra Romeo y Julieta; el momento en el que Arabella enseña a Luca por primera vez la Galería de Arte de Florencia y que Zeffirelli filma con un escueto plano general que muestra la belleza de un lugar que deslumbra al pequeño). En el caso de Lady Hester Random (Maggie Smith), la auténtica alma del grupo de féminas, amén de su querencia por todo lo relativo a la cultura transalpina, vive obsesionada con la idea de que mantiene una relación especial con el dictador Benito Mussolini. Su llegada al poder las desconcierta hasta el punto de que deciden reunirse personalmente con él para asegurarse de que el fascismo no perjudicará sus intereses. Sin embargo, su perspectiva no tardará en cambiar.

 

 

Película  rodada en Florencia, San Gimignano y Cinecittà. Ganó el premio BAFTA (Academia británica) a la mejor actriz (Maggie Smith) y el Silver Ribbon (Nardo d'Argento) al mejor vestuario, del Sindicato Italiano de periodistas de cine. Un elenco fenomenal de actores consumados ayudan a convertir el relato semiautobiográfico en una película fascinante. Este grupo de expatriadas se desempeñan como las madres sustitutas que cuidan al niño, a la vez que capean el ascenso del fascismo, el amenazante clima político y el inminente sufrimiento personal. Las ganadoras del Oscar Cher, Judi Dench y Maggie Smith, y las nominadas al premio de la Academia Lily Tomlin y Joan Plowright forman un excepcional séquito de mujeres que instruyen a este jovencito sobre el arte, el amor, la pasión por la vida, y la humanidad. La acción tiene lugar en Florencia y localidades próximas entre 1935 y 1943. Narra la historia de Luca Inocente, hijo de una modista y un próspero empresario textil, que al morir su madre es  tomado en custodia por Mary O'Neill , que junto con sus amigas de buena posición, aficionadas al arte y a las tertulias alrededor del té de las 16 h. La película constituye una invitación a gozar del arte (pinturas murales de Siena, edificios monumentales de Florencia, pintura moderna de los 30 que colecciona Elsa). La afición del grupo de amigas por el arte subraya la invitación visual con reiteradas sugerencias que culminan en la cadena humana alrededor de las torres de San Gimignano para evitar su destrucción por los nazis en su retirada. La película muestra la insensatez y la miseria moral de la xenofobia general del fascismo contra ingleses, americanos, judíos, a quienes somete a vejaciones físicas y psicológicas. Contra la xenofobia se alza la dignidad y la solidaridad de quienes con riesgo de la propia vida ayudan a huir a los amenazados de muerte, como Elsa Morgenthal (Cher), personaje inspirado en Peggy Guggenheim. La película está punteada de humor, que rodea la figura delirante de Hester Random (Maggie Smith) y está presente en escenas de gran dramatismo... Es incorrecto e inoportuno el tratamiento de la homosexualidad de la periodista americana Georgie (Lily Tomlin)... La obra exalta la Toscana, para muchos la región de mayor belleza de Italia. La música, interpretada por la Orquesta Sinfónica de Roma, aporta melodías de sabor italiano de los años 30, de corte meloso, coherente con el clima que preside la vida de las escorpiones. La fotografía presenta una descripción visual esmerada y vistosa. El guión ofrece unos diálogos expresivos, que se enmarcan en un crescendo de opresión, tensión y peligro. La interpretación es sobresaliente en los casos de Hester, Arabella y Mary. Posiblemente es la película más personal del director... Escrita en los años 50 y revisada junto al novelista John Mortimer.

 

 

 

Quien haya leído la autobiografía de Franco Zeffirelli advertirá que en este film el autor reconstruye libremente importantes tramos de sus primeros años. Efectivamente, el discípulo de Luchino Visconti traslada a "Té con Mussolini" momentos de su vida y de su particular visión de la política y la historia contemporáneas -representativa, además de cierta tipología de italianos "cosmopolitas"- muy afínes a la cultura anglosajona, a la que Italia debe mucho en lo que hace a la preservación del pasado. Obviamente, en una película tan personal no podían dejar de aparecer los aciertos que caracterizan a este artista polifacético, a veces sorprendente. Efectivamente, aquí hay preciosismo visual, notable vestuario, deliciosa escenografía y una acertada dirección de actores; pero también encontramos un guión desparejo, que no evita momentos sentimentales que, en un par de ocasiones, amenazan con diluir esta gran producción. Afortunadamente las borrascas dejan rápido paso a una historia de buena factura, amable, artesanal, que traslada a la cinta un momento particular de la historia de Italia, enmarcada en magníficos escenarios naturales e históricos de la Toscana.

Una película que dejará huella en la historia del cine, y proporcionará un entretenimiento placentero a quienes decidan abordarla.

 

 

 

 

Franco Zeffirelli es un realizador marcado por una formación artística y unos intereses estéticos bastante amplios. Diplomado en Bellas Artes, estudiante de arquitectura, ayudante de Visconti, director escénico de óperas en algunos de los mejores teatros del mundo, frecuente adaptador del teatro shakespeariano. Zeffirelli parece haber logrado el sueño de todo cineasta: hacer lo que le interesa, cuando le interesa y de la manera que estima más oportuna. Té con Mussolini supone también un fascinante acercamiento visual y sentimental a la Toscana. La puesta en escena de Carlo Centolavigna y el vestuario de Jenny Beavan son admirables y David Watkin, frecuente colaborador de Zeffirelli, ha sabido fotografiar como lo que es, un superdotado. Yo querría justificar este apasionado juicio pero no tengo espacio. Baste citar algunas de las capolavoros de Watkin (Glory, La noche cae sobre Manhattan, Jane Eyre, Memphis Belle, Hamlet, Memorias de África, Carros de fuego, Jesús de Nazaret, Robin y Marian -subrayo las colaboraciones con Zeffirelli-). Imaginen -sobre todo los que han tenido el privilegio de estar allí- lo que supone contemplar lo más bello de Florencia, su luz y colores atrapados en generosos metros cuadrados de pantalla: el Ponte Vecchio, la Piazza della Signoria, los Uffizi, el hermoso cementerio inglés. Por si no era suficiente semejante baño de belleza, la película nos lleva a la Catedral de San Gimignano con sus deslumbrantes frescos de Ghirlandaio, al Teatro romano de Fiesole, a varias villas señoriales de Frascati y Roma. Llegados a este punto, digamos que Té con Mussolini cuenta una Italia que camina hacia el drama. Zeffirelli escribe un argumento que se alimenta de la memoria de su infancia. Los ejes del guión son un grupo de ancianas, encarnadas por las mejores actrices británicas y eso da una brillantez única al film.

 

  

Zeffirelli vuelve a rodar secuencias antológicas de la altura de aquella inolvidable declaración de amor de Jane Eyre: la llegada del niño al hospicio, el homenaje fúnebre, el té con Mussolini, la protección de los frescos con sacos terreros, el baile, la despedida al borde del lago. Estamos ante una película que alberga un auténtico recital interpretativo, con un sentido del humor británico, con espacio para la parodia política y social. Otros hubieran condimentado esta historia con especias amargas o se hubiesen zambullido en el interesantísimo mundo de mujeres que ilumina la película. Zeffirelli ha preferido acariciar sus recuerdos con una mano ingenua, suave, delicada y un poco indolente y caprichosa. Insiste en su ternurismo optimista, en su gusto exquisito y apabullante por la puesta en escena de estatismo pictórico, en sus evidentes problemas de ritmo y de montaje, en su buena mano para seleccionar actores y dirigirlos. Muchos no lo tragan, otros tantos soportan mal sus defectos, pero visionan sus películas....

 Lo admito sin ambages:

Me encantan sus películas, tan llenas de defectos. Este caballero ha filmado tanta belleza, que cada película es cine cien por cien.

 

 

Zeffirelli es un gran escenógrafo, muy teatral y en ocasiones genial a la hora de dirigir películas. Su mayor logro, por ejemplo que la versión de Romeo y Julieta, que incluso lo llevó a las puertas del oscar. Con Té con Mussolini firma su obra más reposada, la más apoyada por un guión consistente que pedía a gritos mayor mano dura tras la cámara, más tensión o emoción en las imágenes. Sin embargo, el viejo Zeffirelli prefiere cierta ligereza en el desarrollo de las historias y centra prácticamente su cámara en el recital interpretativo de las actrices. No caben dudas que Florencia es hermosa. Zeffirelli es un experto y hábil presentador de bellas imágenes. Una historia verosímil en tiempos de fascistas presentada con el suficiente almíbar como para que en definitiva lo amargo no atosigue. Se deleita el cuidado de los detalles de época, es cierto que la realidad fue más dura, pero es capaz de facilitar a quien conoce historia, poder evocarla con cierta tranquilidad melancólica y a quien desconoce despertar más curiosidad que susto, para adentrarse en una de las tantas facetas del alma burguesa, desarrollándose en una de las tantas tragedias del siglo XX.

 

 

Té con Mussolini es una obra maestra, eso está claro. Sin embargo, la película es interesante, agradable, se ve sin problema alguno y sobre todo, cuenta con unas actrices que son puro espectáculo, son el atractivo principal de la propuesta, y Zeffirelli les deja espacio para que brillen, independientemente de que sus personajes estén mejor o peor desarrollados. O no me digan que no es una auténtica delicia ver reunidas en pantalla a las Damas Judi Dench, Maggie Smith y Joan Plowright, con Cher y Lily Tomlin como invitadas especiales. Todo ello enmarcado en los bellísimos paisajes italianos, y con una acertada reconstrucción y un no menos certero retrato de los tiempos que vivía Italia al comienzo de los años 20, con el auge del fascismo, y la influencia británica en su cultura.

 

Es maravillosa, inolvidable

 y

una pieza de culto para todo mitómano.

 

 

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