UN LUGAR EN EL SOL
Todavía me sorprende ver que este film, basado en una novela de Theodore Herman Albert Dreiser, "La tragedia americana", tuviese mas repercusión al ser titulada a su salto a la gran pantalla como UN LUGAR EN EL SOL, yo creo que no se conoce un caso parecido, en que el titulo supere con creces al que Dreiser puso a su manuscrito, porque lo que cuenta el film no es una tragedia, es mas bien un error anunciado desde las primeras secuencias, escenas de un blanco-negro que seduce y embellece, dando un toque de CINE CON MAYÚSCULAS, y que son antesala de la historia de amor mas bella que yo he visto nunca en la pantalla, después de inolvidable EL PUENTE DE WATERLOO. El titulo lo dice todo, todos ansiamos alcanzar la cima, posicionarnos en primera fila y si es con la pareja perfecta, como es el caso de la película, pues mucho mejor, ese sol que queremos atrapar para nosotros no siempre brilla de la misma forma, es cegador, quema y destruye, si los medios utilizados para alcanzar tal fin no han sido políticamente correctos... ¿pero decirme una sola persona que no quiera su lugar en el sol?, nombrarme a una sola y daré un paso para atrás, es materialmente imposible llegar al lugar inmaculado, limpio y preparado, se necesita nacer con las ideas claras, amar de verdad, sin condicionamientos, y al menos respetar a las personas que un día te hicieron sentir ese castillo de fuegos artificiales que bulle en nuestro pecho al sentirnos enamorados. Está claro que no es el caso, UN LUGAR EN EL SOL, cuenta una tremenda historia de ambición, de lucha desenfrenada por posicionarse, pero ante todo, es un canto onírico al sentimiento mas viejo del mundo y eso me hace al recordarla, como un enorme clásico del romanticismo, al servicio de un reparto mítico y repetir una vez mas que el amor mueve al mundo, aunque este sea sordo, ciego e invalido.
La película está producida y dirigida por George Stevens, extraordinario en casi todos sus Films, pero sobre todo mi admiración hacia él data de UN LUGAR EN EL SOL y por supuesto de ese retrato mas que brillante de una saga familiar, titulada GIANT, en UN LUGAR EN EL SOL, remake de Una tragedia humana, de Sternberg del año 1931. El guión, de Michael Wilson y Harry Brown, se inspira en la novela “An American Tragedy”, de Theodore Dreiser, basada en hechos reales: el caso de Chester Gilette y Grace Brown, en la adaptación de la obra al teatro, de Patrick Kearney; y en la película que mencioné anteriormente de Sternberg. El film fué lanzado con una inteligente campaña de publicidad, basada en sus protagonistas y se rodó en los escenarios naturales de Echo Lake, Lake Tahoe, Cascade Lake y en los platós de Paramount Studios.
Suele suceder que una película esté muy por debajo de la novela, pero no es el
caso, pues un novelón como Una tragedia americana, de
Theodore Dreiser, de casi mil páginas, tenia que tener una visión
necesariamente parcial, y George Stevens ha conseguido unas interpretaciones
inolvidables por parte de los tres protagonistas: Clift, Taylor, Winters, pero
muy
especialmente, sobresaliendo tenemos a un Montgomery Clift que rompe todos los
moldes. La novela atrapa desde la primera página al contar la historia de un
muchacho pobre, vapuleado por una forma de vida de religiosidad totalitaria y su
necesidad de salir de allí y alcanzar, precisamente, un lugar al sol entre la
gente que de verdad puede dominar un destino a la altura de los sueños...
Entre sus páginas abundan situaciones muy ricas y conflictivas, pero en el film se
suavizaron momentos que la censura de aquellos años no permitía
que se contasen en la pantalla. Aberraciones que de una forma y otra hemos
pagado los millones de cinéfilos que vivimos aquellos nefastos años.
UN LUGAR EN EL SOL, expone con maestría las diferencias de clase, la discriminación social, la búsqueda del bienestar y la felicidad, la amistad y el amor, la fragilidad de los sueños, la dureza de la realidad, la dificultad de separar las interpretaciones correctas y erróneas de los hechos, la hipocresía, la doble vida, etc. Asocia la religión a la ignorancia, la falta de formación del joven protagonista y a visiones distorsionadas e ingenuas de la realidad. Condena la pena de muerte. La banda sonora, de Franz Waxman, ofrece una partitura memorable, que contiene un tema extraordinario de amor. Añade como música adaptada un fragmento instrumental de la canción “Mona Lisa”, de Livingstone y Evans. La fotografía, de William C. Mellor en un perfecto y atractivo blanco y negro, compone una visualidad propia del cine negro clásico, con claroscuros contrastados, sombras densas y encuadres desequilibrados. Contrastan con ella las luces dispersas y los blancos abundantes que rodean a Ángela en su mundo de ensueño e irrealidad. El film obtuvo un inmenso gran éxito de público y de crítica. Estrenado en plena "caza de brujas”, donde los nombres de Michael Wilson, guionista del film y la actriz Anne Revere se añadieron a las diabólicas listas negras.
Esta historia es mucho más que el ascenso, económico y sentimental, de un joven humilde americano. Quizá está, no en la situación extrema que se plantea para el protagonista, sino en la manera de abordarla. No hay malos ni buenos. Los personajes aparecen con sus debilidades de tal modo que podemos identificarnos con cada uno de ellos. Podemos comprender la reacción de él, que ve peligrar su felicidad futura. De la chica de alta sociedad, que ignora lo que sucede y siente amor verdadero por un muchacho de clase inferior. También de la chica de la fábrica, de cómo intuye que la situación se le escapa de las manos, de sus dudas y temores.
La sutilidad del lenguaje y del modo de abordar escenas que podrían haberse convertido en vulgares es la prueba de la lección continua de los directores y guionistas de hace décadas con respecto a los actuales, salvo alguna excepción. Todo puede decirse, insinuarse y mostrarse... son las formas las que determinan cuándo estamos ante una buena película, con clase y con respeto al espectador y cuándo nos presentan un bodrio.
Un Clásico con mayúsculas, uno de los amores imposibles de la historia. Recomendable a todos los que amen el Cine.
Obra Maestra absoluta del cine. Lo tiene todo para serlo, de principio a fin. Una dirección inteligente, de autentico maestro es portentosa, aunando todos los elementos para que encajen como piezas de un puzzle maravilloso. El argumento es diabólico, y George Eastman se siente atrapado al saber que la muchacha pobre piensa contar su estado si no se casan....A partir de esto se desarrollan unos trágicos acontecimientos, que dan lugar a una de las historias de amor más tristes de la historia del cine. La adaptación del libro de Theodore Dreiser, es maravillosa, ocurriendo todo del modo mas natural, como si lo que pasara fuese algo inevitable, como un trén que ves venir y por mucho que lo intentes te va a aplastar. La fotografía es un gran elemento que juega en favor de la grandiosidad de este drama. La banda todo un clásico, con unos temas que no hacen mas que rodear el film de un aura romántica, elevándolo a cotas donde pocos Films han estado. Las interpretaciones vuelvo a hacer hincapié en ellas, porque no son mas que un carrusel de elogios, Liz Taylor, es la encarnación de la muchacha de la que todos quisiéramos enamorarnos, una delicia, esta en todo su esplendor de belleza. Clift está en su línea de personajes con un aura trágico y triste, con su mundo interior, esto no es un demérito, pues consigue que su cuerpo actúe sin apenas hablar, un digno alumno del Actor's Studio, mas que digno, porque es uno de los mejores, pocos como él, y en este film, realiza uno de sus mejores trabajos, Shirley Winters esta colosal en su rol de mujer amargada, pero brillantísima, Raymond Burr es otro gran actor anticipándonos su papel de abogado que daría vida en la serie "Ironside". Queda mucho en mi mente, en mis recuerdos de este inolvidable film, pero vuelvo al principio: una Obra Maestra, un Clásico con mayúsculas, uno de los amores imposibles de la historia. Recomendable a todos los que amen el Cine, la fuerza, el honor y el amor.
Esta película juega con las emociones del público haciéndoles participes pasivos atrapados en complicidad con la trágica resolución de la historia. Metódicamente, la película es estilísticamente oscura, casi con cualidades propias del cine negro, y sin embargo, tiene algunas de las secuencias más románticas y apasionadas jamás filmadas en la historia: (entre la joven Elizabeth Taylor y el fascinante Montgomery Clift). El tema pone de relieve la amplia brecha entre la frivolidad de los ricos y la opresión y el fuera de lugar de los pobres, y de cómo el destino con mano dura puede llegar a controlar la vida de la gente. Un solitario protagonista de clase trabajadora con raíces evangélicas está obsesionado con salir adelante y conseguirlo. Se mezcla con una clase social diferente y superior, por lo que comienza a ascender en la escala social y profesional. Pero entonces se convierte en víctima de su entorno, de las circunstancias, de la sociedad de la época, y de la pérdida de su propia moral cuando impregna de ambición a una humilde mujer, privada de derechos, poco independiente, y además compañera de trabajo. Más que hábilmente, Stevens sostiene un impulso contundente y ominoso, sin dejarse interrumpir si siquiera por cualquier toque de ligereza. Atenuando así la veracidad compasivamente humana y real de la historia, dando lugar a un melodrama de altura. Las imágenes se disuelven lánguida y superpuestamente para intensificar la sensación de inevitabilidad, ya que cada escena, cada evento, se desliza disimuladamente hacia el siguiente. La cúspide del crescendo del film es manejado con una fuerte y tranquila seguridad, como el ajuste de cuentas en un bote de remos en un lago desierto. El anochecer se reúne entre los pinos como si fuese niebla. Las olas ondulantes reflejan un destello en los ojos dementes, de Clift mientras lucha con su conciencia. Winters lo machaca nerviosamente acerca de la triste vida que les espera mientras su cabeza nada entre luminosas visiones de la Taylor. Entonces, el destino llega… Romántica, pero no sentimental, seria, pero sin pretensiones, aprendedora sin descender en la manipulación, UN LUGAR EN EL SOL no solo se erige como una de las grandes obras maestras del cine americano, sino que continúa siendo hoy en día, uno de los más lujosamente logrados interrogantes al sueño americano.
UN LUGAR
EN EL SOL, es una notable película, un romance con momentos que roza la
grandeza, pero se queda
a un paso de entrar en el olimpo de las más grandes, por una segunda parte del
film levemente inferior respecto a la primera; pero a pesar de este lapsus, estoy hablando de
una obra maestra.
Es un clásico total, que
combina a la perfección dramatismo romántico, tensión psicológica e
investigación policial.
El filme es sumamente intenso, no decae nunca y nos
mantiene atentos al relato.
Una narración que nos pasea por el típico melodrama de amor entre personas de
distinta clase, por las equivocaciones garrafales en materia
sentimental surgidas de los instintos que se cometen en un segundo, por la
dura discriminación social imperante en una sociedad conservadora donde las
miradas prejuiciosas determinan y modelan conductas, por la desesperación humana
que hace aflorar las acciones más macabras que pueden elucubrar el ser humano,
por la doble vida y la hipocresía de la humanidad, por la ambición desmedida
donde no se repara en los fines ni en los costos que la misma acarrea, por la
presión y el trauma psicológico de la desesperación con la consecuente carga de
conciencia.
En ocasiones se nos presenta como un thriller de suspense donde es complejo
determinar un veredicto de culpabilidad en el conflicto narrativo principal del
argumento, ya que la sentencia para ser justa se debería desdoblar en dos
dimensiones: el analizar la intencionalidad de la elucubración
intelectual-espiritual y el analizar el desenlace fáctico que surge de los
hechos acontecidos.
En fin, un clásico inolvidable. El cual comienza como una opción que mueve a la
sensibilidad romántica y deriva en un apasionante thriller lleno de vileza y
malas intenciones. Una combinación justa, un resultado óptimo, un clásico con
mayúsculas por su grado de profundidad y de impacto en sus variantes.
Sin duda merece un 9 alto. La novela de Theodore Dreiser, que surge a partir
de un hecho real, el caso de Chester Gillette, quien fuera condenado a la silla
eléctrica en 1908, acusado de la muerte de su novia embarazada, Grace Brown,
procura ser fiel al caso y se fundamenta, en buena parte, en las emotivas cartas
que escribiera la joven ahogada dirigidas a su novio.
Recuerdo como si fuera hoy mismo, aquel cine de la Gran Vía de Madrid, donde se proyectaba el film, era una de esas salas de Arte y Ensayo y a medida que avanzaba la película, me decía a mí mismo: Yo todo esto ya lo he visto, pero la película se hizo antes que mis recuerdos, así que tiene más valor, es decir, donde lo había visto, tal vez en sueños, ¿en retazos que se aproximarían en mi existencia....?. Disculpar el trabalenguas. El argumento del film, es similar en muchos puntos a Match Point de Woody Allen, ambos son maestros, por ello las películas que mezclan géneros lo llevan, en UN LUGAR EN EL SOL, como me sucedió con EL PUENTE DE WATERLOO, encontré ambición, romances, un asesinato, drama judicial, un bellísimo rostro que roba pantalla, actuaciones de lujo. Creo que solo faltaba el toque Wilder, pero queridos, eso ya sería rozar el cielo con las manos y la perfección no es humana, porque como dijo el maestro: NADIE ES PERFECTO.
!!Inolvidable
Shirley Winters!!.
Y con todos mis respetos, hacia el resto de los actores
Ganó muchos premios, y posee la secuencia del beso mas bello de toda la historia del cine.
OBTUVO LOS SIGUIENTES PREMIOS:
1951:
6 Oscars: Director, guión, fotografía
en blanco y negro, montaje, vestuario, banda sonora.
1 Globo de Oro: Mejor película: Drama
National Board of Review: Mejor película
Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
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