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LA EXTRAÑA MUERTE

DE

PHILIP SEYMOUR HOFFMAN

 

 

 

 

 

 

 

En el mundo del cine, en la vida de algunos actores se han producido finales extraños que a todos nos han conmovido, por ejemplo la muerte de Marilyn Monroe... han tenido que pasar cincuenta años para saber que fué asesinada. El trágico final de Natalie Wood, Monty Clift, Romy Schneider y así muchos mas. Pero es triste para cualquier cinéfilo, intuir que el estilo de vida que llevaban podía acabar así, pero ¿por que no somos valientes y damos todos los datos que nos llegan?, en mi website CINEPARAISO, lo conseguí con los nombres anteriormente mencionados, pero en estos días me ha impactado el trágico final de un actor impresionante como era Philip Seymour, con ese halo de misterio que le está rodeando, Yo no soy mas experto, ni mas inteligente que los periodistas que están escribiendo, pero entre líneas vais a poder ver con claridad como era y sobre todo como se fué a ese lugar donde todos iremos algún día.

 

A finales de diciembre, en un grupo de terapia para drogadictos al sur de Manhattan, Philip Seymour Hoffman levantó la mano y se presentó. Dijo su nombre y anunció que llevaba 28 o 30 días sobrio. El actor estaba lúcido e iba bien vestido y afeitado, según contó un compañero de Narcóticos Anónimos al 'New York Times':

-"Tenía muy buen aspecto. Parecía completamente normal"-

Pero, en realidad, no lo era tanto. Un par de meses antes se había mudado a un apartamento en la calle Bethune, una callejuela del West Village neoyorquino. El piso estaba a pocas manzanas de la casa de la calle Jane, donde había vivido hasta entonces con Mimi O'Donnell, una diseñadora de vestuario y directora artística teatral con quien compartía su vida desde hacía 15 años y con la que tenía tres hijos: Cooper, Tallullah y Willa. Su vida a simple vista parecía corriente hasta unas horas antes de que su cadáver fuera encontrado. Vecinos y conocidos describen la relación de la pareja como "intermitente" en los últimos meses. Se seguían viendo a menudo y Hoffman hacía planes con sus hijos. Días antes de su muerte, los llevó a un restaurante cerca de casa y varios testigos relatan haber visto allí una escena familiar de un padre encantado que se reía mucho con sus niños. Su vida parecía corriente hasta unas horas antes de que su cadáver fuera encontrado el domingo pasado con una aguja clavada en el brazo y rodeado de papelinas de heroína. De hecho, el sábado fue a tomar el aperitivo con unos amigos en The Standard, un lujoso y moderno hotel junto a la High Line, el parque construido en las antiguas vías elevadas del metro en el oeste de Manhattan. Su mejor e intimo amigo, uno  de sus mejores, el guionista David Katz ha asegurado que demandará a la revista National Enquirer si seguían insistiendo que, en realidad, él y Hoffman eran amantes desde hace años. David lo había visto unos días antes y le pareció que el actor estaba limpio, como antiguamente. Creía que esos rumores habían terminado, pero lo que es obvio es que Katz fue la persona que encontró el cadáver... Tenía las llaves del piso.

Hoffman había sido un adicto a la heroína y otras drogas cuando era un veinteañero en la Universidad de Nueva York. En 2006, confesó los abusos de su juventud durante una entrevista en '60 Minutes', el programa de la CBS:

-"Todo eran drogas y alcohol. Consumía cualquier cosa que me daban. Me gustaba todo. Pero al final fui a un centro de desintoxicación y lo dejé con 22 años. Aquello me dio pánico. Comprendo muy bien a esos actores jóvenes que tienen 19 años y que de repente son guapos, ricos y famosos. Si entonces hubiera tenido tanto dinero, todo hubiera sido diferente"- confesó.



En otra entrevista posterior publicada en 'The Guardian' se quejaba sin embargo del énfasis que había puesto la CBS en ese relato:

- "Hablamos durante cuatro horas y varios días, y eso fueron unos dos minutos y no tan importantes. Es algo que pasó cuando tenía 22 años. Fue un hecho grave, pero también hubo otros importantes que me formaron, pero eso no importaba, se buscaba el escándalo".

En mayo, ingresó en un centro de desintoxicación de Nueva York durante 10 días.


Según el propio actor, después de más de dos décadas sin probar las drogas, recayó por primera vez el año pasado. En mayo, ingresó en un centro de desintoxicación de Nueva York durante 10 días. Él mismo contó a la web TMZ que había "metido la pata". Entonces aseguró que volvía a renegar de las drogas. Colegas y críticos alababan su trabajo en el cine o en Broadway, donde protagonizó 'Muerte de un viajante. El versátil actor de Capote encajaba bien en los personajes de cínico, deprimido y pasado de rosca como el entrenador de Moneyball o el consultor político de 'Los idus de marzo'. Pero casi cualquier actuación era bien recibida.
Seguía con sus proyectos en teatro y cine, no se perdía ningún estreno, el último, Esperando a Godot con Ian McKellen y Patrick Stewart y acudía a festivales con regularidad, por ejemplo el de Sundance en Utah, el pasado 19 de enero, pero siempre iba con David Katz... compartiendo habitación en el mismo hotel. Sobre estos comentarios que suscitaba su orientación sexual, el actor jamás se pronunció, pero era evidente y la industria lo sabía. Resulta contradictorio que David quiera querellarse contra National Enquirer, cuando él mismo dijo a la prensa que eran amantes:

-"Éramos amantes, teníamos una relación sentimental - dijo Katz a un periodista del National Enquirer - Pero sabía de sus problemas de adicción desde hace años, pero nunca pensé que llegaría a este nivel"-
 

Estas impactantes declaraciones salieron a la luz horas antes de que familiares y amigos velaran por la noche al actor en una discreta ceremonia privada en Manhattan. A la misma, asistieron los actores Cate Blanchett, Amy Adams, Joaquin Phoenix y Justin Theroux, entre otros. La familia de Hoffman, llegó más temprano. El actor estaba ya separado de su novia Mimi ODonnell, madre de sus tres hijos. Un par de decenas de periodistas, cámaras y fotógrafos estaban en la puerta del lugar, custodiado por la policía. El funeral del actor se llevó a cabo en la iglesia católica de San Ignacio de Loyola, en Park Avenue, la misma donde se realizó en 1994 el de Jackie Kennedy Onassis. La ceremonia fué privada y cerrada a la prensa. La familia preparó un servicio religioso más grande. Ese día, cientos de amigos y admiradores se reunieron frente a la Labyrinth Theater Company en Manhattan, de la cual Hoffman fue director artístico, para realizar una vigilia con velas.
 

La autopsia del actor, no arrojó resultados concluyentes por lo que la Oficina Forense de Nueva York anunció exámenes adicionales, espero que ello se haga publico, pues estoy convencido de que hay algo mas, no quiero decir sórdido, pero que se ampliará la autopsia, seguro. La policía encontró droga junto a su cuerpo. En un registro más minucioso efectuado más tarde, se incautaron más de 50 dosis de la misma sustancia, jeringas y pastillas, Hoffman atravesaba un mal momento personal y había caído otra vez en el consumo de drogas, una adicción que ya había puesto en peligro su vida cuando tenía 22 años. En el marco de la investigación, la policía detuvo a cuatro personas en un operativo llevado a cabo en un domicilio en el sur de Manhattan en el que se secuestró además una gran cantidad de heroína.

Aaron Sorkin, guionista de varias series de televisión, ha revelado que el fallecido actor Philip Seymour Hoffman le dijo una vez en una conversación privada que si uno de los dos moría de sobredosis, probablemente se salvarían diez vidas. "Quería decir que nuestras muertes serían noticia y que eso probablemente asustaría a otros", explica Sorkin en un articulo que escribe en la revista Time dedicado a Hoffman, con el cual compartía dos cosas: "ser padres de niños pequeños y estar en terapia por adicción a las drogas". Hoffman no murió de una sobredosis de heroína. Deberíamos dejar de sugerir que si se hubiera inyectado la cantidad adecuada todo habría ido bien En los descansos de La guerra de Charlie Wilson, en la que trabajaron juntos, Sorkin y Hoffman comentaban su relación con las drogas y la evolución de su adicción, según relata el guionista. Hoffman murió de forma repentina en su apartamento del West Village de Nueva York y no en una fiesta loca... tampoco estaba deprimido. Murió porque era un adicto cada uno de los días de la semana.

 

La muerte de Philip Seymour Hoffman ha dejado huérfano a Hollywood de uno de sus miembros más brillantes, tal y como reconocen actores de la talla de Robert De Niro o George Clooney, con los que trabajó;


-"Estoy muy, muy triste por la muerte de Phil", -dijo De Niro - Era un actor maravilloso. Este es uno de esos momentos en el que dices: 'Esto no debería haber pasado'. Era tan joven, tenía tanto talento y tanta vida por delante "-

-"No hay palabras. Es simplemente terrible, me siento destrozado"- dijo George Clooney

.
El cineasta neoyorquino Spike Lee dijo;

-" Fue una revelación y una bendición, tener a Hoffman en el reparto de "La última noche", un drama con el trasfondo del 11-S, donde aparecían también Edward Norton y Rosario Dawson. He hablado con ellos esta mañana y estamos todos en 'shock'. Echaremos de menos el talento que Dios le dio. Nuestras oraciones están con su familia"-



Sus últimas apariciones en el cine llegarán de la mano de la saga "Los juegos del hambre", donde interpretaba a Plutarch Heavensbee.


-"Las palabras no pueden expresar la pérdida devastadora que todos sentimos ahora mismo,- dice el director Francis Lawrence, la autora Suzanne Collins y la protagonista Jennifer Lawrence, entre otros - "Philip era una persona maravillosa y un talento excepcional",

 


Las palabras que mas me preocupan son las que dijo al actriz Cate Blanchett a un amigo íntimo de la actriz:

 

Philip era un ser sensible, como un niño, necesitaba sentirse amado, querido y su pareja estuvo a su lado mucho tiempo, pero últimamente Philip me dijo que apenas le veía, que no atendía sus llamadas, y que le martirizaba con su promiscuidad, detallándole como eran los hombres con los que se citaba y lo que hacían. Esto él no lo superó, no quiero pensar, la mente tristemente vuela a mucha velocidad, pero que la policía le haya interrogado tantas veces, como a los traficantes....No me gusta, pero nada. Mi amor hacia él era ilimitado, le consultaba mis ofertas, siempre le hice caso, tenia una mente prodigiosa, pero excesivamente sensible..."-
 

 

En la mayoría de las citas parecía ser el de siempre, rápido de mente y cercano con sus amigos y sus hijos. Pero también estaba más gordo y despeinado que de costumbre y a veces aparecía muy cansado, como si no hubiera dormido nada la noche anterior. En un vuelo de Atlanta a Nueva York a finales de enero, de vuelta del rodaje de 'Los juegos del hambre', Hoffman tuvo que ser escoltado por agentes de seguridad porque no se mantenía casi en pie y estaba desorientado. Varios testigos cuentan que tiró los zapatos en la cinta de seguridad, estuvo a punto de perder los pantalones y apenas entendía lo que se le decía. Otra persona llegó a creer que era un mendigo.

David Katz, su amante, fué una de las últimas personas que intercambió mensajes con Hoffman.

A las 20.45 del sábado el actor le mandó un par de mensajes proponiéndole que fuera a su casa y sugiriéndole que se pasara por allí sobre las 22.15. Katz confesó a la policia que no vio el mensaje hasta casi dos horas después. Dijo que le escribió a las 23.30 horas, pero Hoffman no contestó. Katz pidió a la asistente del actor las llaves de su casa. Los dos entraron en el apartamento. Se lo encontraron tirado en el suelo del baño, en camiseta y calzoncillos y con una jeringuilla clavada en el brazo junto a decenas de papelinas vacías y un vaso de plástico con agujas usadas. Hoffman aún llevaba las gafas puestas.

Oscarizado por su papel en 'Capote', Seymour Hoffman era uno de los actores más apreciados de Hollywood y uno de los más queridos del cine independiente. Su muerte ha conmocionado a la industria. Según todos los indicios, fue el final típico de un drogadicto, con periodos de aparente normalidad interrumpidos por otros de comportamiento errático. Para ser un hombre que falleció a solas, su recorrido hasta ese momento fue muy poco privado. Hoffman era una especie de embajador del Greenwich Village, una imagen habitual para los vecinos, que le veían empujando una silla de niño, fumando un cigarrillo en los escalones delanteros de una casa o ayudando a orientarse a un turista. Un neoyorquino como tantos otros, salvo que con una estatuilla del Oscar en la estantería. No tuvo nada de recluido. La gente le veía por todas partes, y no solo en el Village. Unos días antes de fallecer, la vuelta a casa de un Hoffman aparentemente borracho desde Atlanta, donde estaba rodando escenas para la próxima entrega de Los juegos del hambre, no pasó inadvertida, puesto que varios testigos han contado que le vieron en dos aeropuertos.


En su última aparición pública, durante la promoción de los filmes God’s pocket y A most wanted man en el Festival de Cine de Sundance en Utah, el 19 de enero, se mostró reticente y desharrapado. No obstante, varios amigos han dicho después que era frecuente que el actor tuviera ese aspecto, como de haber estado de juerga toda la noche, aunque acabara de levantarse de la cama después de haber dormido muy bien.


Le vi y le saludé, dice Howard Cohen, presidente de Roadside Attractions, la distribuidora que presentaba A most wanted man en el festival. Se mostró simpático y amable, y me dijo:  Estoy encantado de hacerlo. Fue una conversación muy normal. En otros momentos del festival, Hoffman habló de que últimamente tenía poco tiempo para ir al cine, pero que había disfrutado de Frozen con sus hijos.

Volvió de Sundance a Nueva York, donde vivía solo en un apartamento alquilado después de haber abandonado el hogar de su pareja, Mimi O’Donnell, y los tres hijos que tenían en común.

En diciembre, Hoffman reconoció que había recaído en la droga en una reunión de Narcóticos Anónimos, en la que uno de los responsables preguntó a los asistentes si su periodo de sobriedad lo contaban en años, meses, semanas o días. Hoffman replicó: “Estoy contando los días”, según una persona presente en la reunión que desea mantener el anonimato debido a las normas del grupo. “Levantó la mano, dio su nombre y dijo que llevaba 28 o 30 días sin probar las drogas”, cuenta. Hoffman estaba afeitado y bien vestido. “Tenía muy buen aspecto, completamente normal”.



Al acabar esa semana, el 25 de enero, la escritora Tatiana Pahlen estaba saliendo de la piscina del YMCA de la calle 92 cuando se encontró en el ascensor con Hoffman, que había ido a recoger a uno de sus hijos. Se habían conocido un par de años antes, en una lectura pública que había hecho el actor. Dos días después iba a haber otro acto similar. “Le pregunté si iba a venir el lunes”, dice Pahlen. Contestó que no podía, estaría en Atlanta”. Según la escritora, parecía contento, aunque excitado y con una piel nada sana. Hoffman llegó a Atlanta para rodar unas escenas del último filme de Los juegos del hambre, cuyo estreno está previsto para 2015. Un desconocido le fotografió sentado en un bar del centro de la ciudad, pero en la imagen no se distingue qué contenía su vaso. A su regreso de Atlanta, su aspecto era tal que Theresa Fehr, directiva de una empresa de garantías inmobiliarias que vive en Houston, le tomó por un vagabundo. Se ha sabido que en el vuelo hasta el aeropuerto de La Guardia, otro desconocido volvió a fotografiarle, derrumbado en su asiento, fueron a buscarle a la puerta de embarque en un carro motorizado. Andrew Kirell, director de Mediaite dijo:

-" Era impresionante el aspecto tan espantoso que tenía"-

 

Me enteré de la muerte de Philip Seymour Hoffman por el mail de un amigo que vive en Nueva York, lo leí de madrugada, le devolví un correo largo, convulso, dolido por la pérdida creativa esencial así compartida. En esa elegía urgente le expresaba que mi sensación de pérdida, de una hondura insondable, se asentaba sobre un pensamiento no afectivo sino muy racional: había desaparecido el mayor talento de una generación de actores, la que ahora suma cuarenta y tantos, a la que corresponde ya ser la columna vertebral interpretativa del cine norteamericano. Como cinéfilo, como amante de la interpretación y sensible al máximo cuando recibo estas noticias, me siento abrumado y muy triste.


Es una cuestión esencial la orfandad de genios incontestables entre los actores coetáneos de P.H.Hoffman. El futuro hablará de unas primeras décadas del siglo XXI con el cine norteamericano descabezado de creadores de personajes. Por eso la lacerante autodestrucción de este actor colosal, de dimensiones que todavía no hemos tenido tiempo para mensurar, nos hace pensar en los treinta o cuarenta años de carrera truncados, en un hipotético centenar de registros interpretativos memorables que ya no nacerán. Piensen únicamente en la continuidad de las colaboraciones del actor, la mella que provoca la muerte del inmenso histrión pelirrojo no va ser fácilmente metabolizada y nos asomamos al horror cuando emerge, al tiempo que da sus primeros pasos, la leyenda de Philip Seymour Hoffman.

 


Se ha muerto Hoffman. No he creído nunca en el refrán de “hace honor a esta profesión”, precisamente porque lo que hace Hoffman no es dar mayor honor a una actividad, la actuación en este caso, pues eso ya lo tienen todos los que trabajan concienzudamente en ella. Lo que hace Hoffman es atravesar los límites de dignidad y honor para entrar en la leyenda, el talento, lo irrepetible.


El conocimiento, inesperado y además desagradable, melancólico e injusto, de que ya nunca más me sentaré a ver una nueva película de este titán hace que la sala de cine sea un lugar más solitario, más lleno de pasado, un pasado en el que Hoffman estaba y seguía sorprendiendo con sus interpretaciones. Su carrera era rica, llena de riesgo, prestigio, papeles que nadie esperaba y un poderío que parecía competir con el de los más brillantes directores por los que fue dirigido. Un actor tiene que saber elegir. Escoger qué papeles son más fáciles para su lucimiento y qué otros son retos para sus registros. Y Hoffman eligió muy bien, algo rarísimo, y eligió consecuentemente, un tipo de cine independiente al que nunca fue desleal, en detrimento de otros trabajos más suaves. Hoffman levantaba planos enteros y los sostenía, Hoffman era, en fin, como un monstruo de las artes, camino de EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES.