ESPERO VUESTRA

OPINIÓN

 

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LUNAS DE HIEL

 

 

 

 

 

La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella.

 

 

 

 

PROLOGO DE MI MUY ESTIMADO AMIGO

 

 "OSCAR BLASICA"

 

GRAN CINÉFILO Y EL QUE ME DIÓ LA IDEA DE

 

 ESCRIBIR SOBRE ESTA PELÍCULA

 

 

“ROMAN POLANSKI! Pienso, sin ninguna duda, que el sólo hecho de mencionar a este gran director, nos viene a la mente una vasta filmografía que ha dejado una huella perpetua en los amantes del buen cine. Y, si a ello adherimos esta lujuriosa, malévola, perversa…, y a la vez muy simpática película, cuyo detalle será deliciosamente analizado por mi gran amigo (a quien extiendo nuevamente mi agradecimiento eterno por permitirme levantar el telón de este sabroso manjar cinematográfico) amante obseso y confeso del séptimo arte, Juan Sánchez De Toro.

 

Disfrutemos ahora de la semblanza de una adaptación cuyo viaje nos llevará, de la mano de un frustrado escriba, hacia un trágico desenlace que nos hace irremediablemente caer en profunda reflexión y, de manera definitiva, nos empuja a la confirmación plena que, aquella joya, únicamente pudo ser llevada a cabo… por la genialidad de Polanski!”

 

 

 

Basada en una novela de Pascal Bruckner, dirigida, producida y escrita por Roman Polanski, Lunas de hiel es una historia de amor, sexo, destrucción y naufragios, contada desde un punto de vista muy oscuro, tétrico, con una extraordinaria, como siempre música de Vangelis y con mucha, mucha amargura. Lo mejor de las películas de Roman Polanski radica en su originalidad, y aquí demuestra una vez más sus dotes.. A través de su alter ego el parapléjico Peter Coyote, en una actuación memorable, nos cuenta esa gran novela que nunca ha podido escribir, pero que por lo menos ha vivido. El escritor fracasado coge al incauto Hugh Grant en el mejor escenario posible, un crucero, para relatarle la historia de su naufragio. "Eres el oyente que estaba esperando”. Con esta frase y a través de un acertado uso del flashback, nos enteramos de la historia de Oscar y su mujer. Todo empezó en París, siempre París. Mimi era una bailarina que trabajaba como camarera y Oscar un vividor con aspiraciones de escritor. Mientras que su historia se forja de un modo convencional, los sucesivos rituales eróticos se van convirtiendo en insuficientes, hasta que la implicación en el dolor y la decadencia es tan profunda, que la destrucción ya ha llegado a su punto máximo. A partir de entonces las relaciones entre Oscar y Nigel se van volviendo cada vez más peligrosas: Oscar y Mimi se debaten entre el amor y odio, Nigel alberga un sentimiento entre el rechazo y la fascinación y pese a que se muestra escandalizado vuelve una y otra vez al camarote para seguir escuchando la historia. Cada vez se involucra más con la pareja, acabando por introducir también a su mujer, y haciendo peligrar su matrimonio. Fiona, que sospecha la atracción de  Nigel por Mimi, amenaza a su marido con un contundente: “Ten cuidado. Puedo superarte en todo”. Los protagonistas han llegado a un punto en el que ya no hay vuelta atrás. El veneno les ha sido inoculado. La destrucción sigue su curso hasta un final entre sórdido y moralizante, lleno de amargura. Unos no han superado el naufragio, y los que sí lo han hecho, ya no volverán a ser los mismos. Bienvenidos al universo Polanski. La historia de un contagio, amarga, agresiva, llena de emociones, rebosante de odio y resentimiento mezclados.

 

 

 

 

Esta es una película a la que no le falta de nada: amor, pasión, odio, celos, venganza, obsesiones.... Ambientada en dos escenarios inmejorables: París y un barco en crucero hacia la India. Una película de contrastes e inolvidable....No le dejará indiferente. Polansky y su universo enigmático en estado puro... Emmanuelle Seigner con su belleza turbadora y centro de gravedad de toda la historia, Kristin Scott Tomas el contrapunto perfecto, Peter Coyote tan siniestro como natural y Hugh Grant cumpliendo en su línea. Cocktail de pasiones en su máxima expresión, con un desarrollo de la trama lleno de suspense, intriga, sorpresas, irreverencias y morbo a raudales. Un viaje trágico a lo más profundo de las pulsiones humanas. Pero nada comparado con la propia vida trágica del autor. Y es que la realidad siempre supera a la ficción, por más que nos empeñemos en lo contrario. Román Polanski hizo un joya, eso sí, de brillo oscuro…Lunas de Hiel es el encuentro entre dos parejas en un crucero. Una al borde de la monotonía y la otra en el infierno. A través de juegos y trucos, Peter Coyote relata su historia a Hugh Grant. Esta historia comienza con un amor perfecto, romántico, pasional, donde la leche del desayuno que resbala de la boca es erótica y evoluciona hasta una silla de ruedas, una mujer desconsolada en un baño que sólo atina a decir: “nosotros vamos más lejos”. Misterio y trampas, el erotismo se transforma en lástima. Polanski habla de degradación máxima, de cómo estás en el infierno, porque no puedes salir de él. Pero hay otra historia, la que se produce en el barco entre los cuatro mientras Peter Coyote habla, sabes que pasa algo, también que Hugh Grant no se entera de nada, y de momento el espectador tampoco. Hay quien dijo que el final es lo peor de la película.... para mí todo lo contrario, es magistral e inolvidable.

 

 

Es la lección magistral de una mujer a su marido... Confieso que al terminar la película, mi cerebro trataba de buscar explicaciones concretas a cerca de la veracidad de estas anomalías y conductas humanas sobre el sexo, avocadas en relaciones tormentosas, me sentía cautivado. Pues me esclarecí fugazmente y entendí que esto no es una alteración de los parámetros normales de la dignidad humana, esto es algo sumamente real, envuelto en matices típicos en una película de polanski. Una historia excitante, que no te dejará opción, mas que a seguir cautivado con el transcurrir de ella. Quiero resaltar la estupenda representación del esposo transtornado que realiza Peter Coyote, estupenda. Emmanuelle Seigner que me somete a una lenta y triste ruptura de mis fibras mas sensibles, una interpretación que me lleva del deseo a la razón y el análisis... El amor toca fondo cuando la imaginación y el desamor se extiende a límites recónditos e insospechados. Gran película de retorcido suspense y drama psicológico que jamás he visto, y que refleja el sadomasoquismo llevado a su máxima expresión, de una pareja que, integrada inicialmente por una mujer desvalorizada y ridiculizada por su marido play-boy bastante mayor que ella, y termina convirtiéndose a la inversa. Aparece una contra-pareja, que hará las veces de espejo donde morbosamente se reflejarán las miserias de aquéllos, y todos comenzarán a transitar por los resbaladizos senderos de un deseo incontenible. Hay un moralizante final, de tragedia griega, se repite en tramos anteriores. Polansky -cineasta de los considerados "malditos", genio y figura...supo dar a entender ese contraste, y otro de diversidades morales; pasando lectura a prejuicios reales e imaginarios.

 

 

 

 

La película de drama psicológico que jamás he visto, es "Bitter Moon", o simplemente "Luna de Hiel", dirigida por el maestro Roman Polansky. Refleja el sadomasoquismo llevado a su máxima expresión, de una pareja que, integrada inicialmente por una mujer desvalorizada y ridiculizada por su marido play-boy bastante mayor que ella, termina convirtiéndose en un duplicado exactamente a la inversa: la sufrida partenaire se venga de su cónyuge caído en desgracia a causa de un accidente que lo deja postrado en silla de ruedas,  frente a las narices de terceros. Hay un dejo moralizante al final del filme; de tragedia griega, que se repite en tramos anteriores. Ello se advierte en la expresión de vínculo habido entre un padre y su pequeña niña, que suelen estar en la cubierta del crucero en el que se desarrolla la historia. A diferencia del vínculo existente entre los miembros de la pareja protagonistasta y entre la contra-pareja que, con toda morbosidad, juega las veces de testigo obligado de las truculentas historias sexuales de aquella otra, la relación de dicho progenitor con su hijita es sana, nace de la simpleza, de la ternura, de valores que quizás son más propios de culturas que, antes de la globalización, aún no se encontraban contaminadas por el relativismo ideológico de Occidente. Polansky -cineasta de los considerados "malditos",  supo dar a entender ese contraste, y todas diversidades morales; pasando lectura a prejuicios reales e imaginarios. Como no podía ser de otra manera, el desborde obsesivo de la pareja protagónica termina en muerte...No alcanzó el mayor de los despliegues de lujuria para evitarla.- Los grandes amores apasionados siempre acaban cayendo en la monotonía y en el aburrimiento, o en el infierno del odio y las obsesiones. No es una película adecuada para los veinteañeros ilusionados, ni es una película para verla con tu pareja recién estrenada; Cuando se estrenó fuí a verla, pero no podia aclararme... Me faltaba algo, mis ideas sobre el sexo son muy amplias y abarcan varios afluentes. Parecía una ficción, una historia lejana y triste que sólo podría ocurrir en la vida de una parisina bellísima y misteriosa como era Mimi. Ahora, a mis años, sé que casi todos los amores se arrastran a ese punto oscuro y no sabemos cuándo abandonar el barco. Algunos diálogos de esta película se quedaron grabados en mi para siempre; "Qué triste es amar demasiado".

 

 

Reconozco que hay amistades que te pueden dar a conocer alguna obra maestra, como me ha pasado a mi con esta película, que tiene tanto de conmovedora, y que me ayudo a madurar mis gustos cinematográficos. Es la mejor película de Román Polanski, y eso es decir bastante... La historia transcurre en su mayor parte en un crucero donde Oscar y Mimi conocerán a Niegel y Fiona, y donde Niegel se convertirá en receptor de las confidencias de Oscar, con la esperanza de poder llegar a “tener” a Mimi , que se le irá de entre las manos en un “juego” que se intuye que no podrá acabar bien. Vangelis pone la música, que es tan buena como la de “Missing”. Destacaría el final con esa preciosa música, un sonido que describe bastante bien la situación que se ha dado y el desenlace de la misma. Colosal, cruda, desesperanzadora, erótica, dramática en su máximo esplendor, obra maestra de Román Polanski que dijo: "Soy uno de los mejores directores de todos los tiempos, y sigo vigente". Después de crear, la mejor película de terror, Rosemary's Baby , realizó esta maravilla, indescriptible, sin precedentes, jamás igualada, ni mucho menos superada. Basada en la novela de Pascal Bruckner. Polansky nos sitúa en un barco, donde dos parejas se conocen  y una pareja extraña, con Oscar (Peter Coyote), un viejo en silla de ruedas de origen norteamericano, y Mimi (Emmanuelle Seigner), una preciosidad francesa lo turban todo, y al espectador el primero...

 

La película te hace reflexionar que todos los excesos, por más placenteros que sean son necesarios:

 -"El orgasmo es el gran comedor de palabras. Solo permite el gemido, el aullido, la expresión infrahumana, pero no la palabra."-

 

 

 

También nos muestra como se pueden degradar las personas, ahí el dicho: "pégame, sácame la vuelta, pero no me dejes". El final es brutal. El elenco de lujo, en especial Peter Coyote con sus historias eróticas, increíbles pero verdaderas y Emmanuelle Seigner con su belleza y sensualidad, soberbios ambos. La fotografía es excelente. El guión una delicia. Películas así no se ven todos los días..... Infinitamente recomendable.... Un relato parabólico sin igual, porque el momento cumbre de esta curva dura muy poco, y llegamos a los niveles más bajos de degeneración y humillación rápidamente. Retrato sórdido, patético y repugnante de los antros más perversos del sexo. Narra el descenso a los infiernos de una pareja madura, de sus relaciones que les llevará a ambos a destruirse mutuamente. Genial interpretación de Peter Coyote que se merecía un óscar, por su papel. Absolutamente fascinante y demoledora. Extraordinaria película de Polanski... Magnífica para ver si acabamos de sufrir un desengaño amoroso fuerte. Puede servirnos como estímulo para dejarnos de tonterías y volver a ponernos en marcha. ¿Por qué?...sencillo. Polanski nos muestra en esta historia que el amor incondicional en la vida adulta es casi una utopía. En realidad el amor está siempre contaminado por deseos, egoísmos, intereses personales que no siempre coinciden, y en fin, todo tipo de extrañas curiosidades y apetencias sexuales que en la pareja no siempre puede satisfacer.

 

 

Cuando estamos enamorados y todo funciona cualquier juego nos parece divertido. Pasado este momento dulce ya no es tan fácil mantener la emoción, y ya no nos hace tanta gracia. Maravilloso el humor negro de Polanski. La vida es cruel. Por eso es mejor reírnos con ella, que llorar. Una película genial sobre el lado oscuro de las relaciones de pareja. Estamos ante un film sorprendente de principio a fin. En la que los sentimientos se llevan a extremos casi de delirio; La película viene a decirnos cuan débiles somos, como podemos cambiar nuestros sentimientos y convertir lo blanco en negro en un abrir y cerrar de ojos. Como en esta vida, los sentimientos mas arraigados son humo con el tiempo. Un guión redondo. En el estilo particular de Román Polanski. En esencia la película es difícil si no fuera por las dosis de sensualidad que van apareciendo de manera escalonada para hacer que la amargura que es lo que domina verdaderamente toda la trama no se imponga siempre. Magnífica interpretación de los cuatro protagonistas, con mención especial de los dos masculinos. Peter Coyote, excepcional y Hugh Grant, lo borda. Y el complemento de las dos bellezas para darle realce y sensualidad al film.....Y pasión, pasión, pasión...

 

 

 

Nigel decide sorprender a Fiona con un crucero con destino a la India para encontrar "la serenidad espiritual"; sin enterarse de que lo que a ella le haría ilusión son menos banalidades y más orgasmos... Yo me solidarizo con ella, ya que la figura de su esposo se nos presenta como la de un señor apagado en el terreno sexual y vivir siete años con un hombre al que jamás se le ocurriría soltar por la boca una lindeza como: "quítate las bragas y abofetéame con ellas la cara que quiero comprobar lo mojadas que están", debe de ser, un mal sueño...El marido como mucho, un calenton y masturbarse, que es donde controla mas el placer. Así que para su desgracia, tiene para lucir en un futuro no muy lejano, una formidable cornamenta. Para suerte o desgracia del matrimonio, en el viaje se cruzarán con otro par, que estos sí, se encuentran situados en el extremo opuesto en cuanto a forma de ver y de sentir el sexo; El minusválido Oscar y la exótica Mimi; libertinos extremistas de los placeres carnales más esplendorosos y radicales "muy sano y recomendado por este que escribe". Durante el viaje, Oscar pondrá el punto de mira sobre Nigel, para que con distintas sesiones relatar con todo lujo de detalles la vertiginosa historia de relación vivida con Mimi desde el mismo día en que la conoció. El muchacho, pese a que hace gala de una tremenda hipocresía al mostrar horror ante lo narrado, se va dejando querer puntual como un reloj atraído por el irresistible deseo carnal hacia Mimi; y con la sana intención de tener sexo duro con ella, y alejarse de masturbaciones. Excelentes secuencias explicitas eróticamente como el uso dado al brick de leche, la danza, un culo de ensueño, lluvia dorada, celos, obsesión, lujuria, obscenidades, exaltación, furia, pasión... todo eso llega a borbotones en Lunas de hiel... pero amor??'.. creo que no. Muy estimulante película, y después de "tragarse" los desvaríos del minusválido, deja a su mujer esperando ese viento que no llega.

 

 

 

 

Pocas películas en la historia poseen la honestidad brutal y agobiante de Lunas de hiel. Ejecutada a la perfección por Polanski, el polaco va directo al hueso... la degeneración del amor entre un hombre y una mujer. Sugiero que quienes conservan las esperanzas de encontrar el amor o quienes aún creen que todavía se puede vivir una relación plena de compañerismo y felicidad, desistan de ver la película. No les va a hacer nada bien a sus convicciones amorosas. Esto es lisa y llanamente el descenso a los infiernos de dos que alguna vez se amaron.  Haciendo uso constante del flashback el director va adentrando a los esposos en el mundo conyugal de cada uno, y en especial del mayor, que parece desesperado por contar cómo llegaron con su esposa hasta allí. Lentamente el lisiado se despacha con la historia de su matrimonio que no ahorra detalles de humillación, locura y degeneración extremas. Tanto envilecimiento hace dudar si lo que está narrando es cierto o son sólo las fantasías de un viejo enfermo; pero a medida que la película va transcurriendo comprendemos que el viejo y su esposa están ocultando algo sucio. Recuerdo que la ví y quedé perplejo ante una película que podía decir tanto sobre las relaciones humanas en solo 2 horas. Me impacta la crudeza con que Polanski muestra la desintegración más corrosiva de una relación. La profanación del amor-odio como no se volvió a ver nunca más en la pantalla. Tras ver "Lunas de hiel" uno sale fustigado, desarmado y perplejo. Con esta película, Polanski se catapulta a los altares de cineasta libérrimo, salvaje, de grande, de cineasta portentoso. Cualquier otro cineasta y lo digo sin admitir excepción alguna, solo Almodóvar se hubiera roto las narices ante el material del que partía Polanski y quizás hubiera logrado un buen drama erótico. Polanski logra un film equilibradísimo y de una solidez impresionante.

 

 

Lo que el genio polaco hace con "Lunas de hiel" es una bárbara metáfora existencialista del "todo es posible". Toda nuestra vida, todo lo que nos rodea o nos puede llegar a rodear puede ser bueno o malo, mejor o peor. Cualquier objeto o persona tiene dos caras. De ahí surge, de esa mente genialmente ambigua y relativista, la espléndida película "Lunas de hiel". Película de una penetración sexual, psicológica arrebatadora, inclasificable en su propia maestría a la hora de fusionar géneros y estilos, resulta un análisis feroz de las relaciones de pareja, del afecto, del sexo, de la compasión, la vida y la muerte, la pasión, la servidumbre, la maldad de la condición humana. Polanski ratifica por enésima vez sus dotes de cineasta poderoso, desembozado, absolutamente grande: es un maestro de la puesta en escena (aquí utilizada de forma subrepticia e irónica para construir un estilo sacado de un cruce entre el más sardónico Buñuel, sobre todo: un simbolismo socarrón y cruel indiscutibles- y el más cruel Aldrich -"¿Qué fue de Baby Jane?"- bajo un prisma propio, bajo la perspectiva que le da su inconmensurable madurez precoz; un maestro en la dirección de espacios claustrofóbicos con pocos personajes; pero hasta en películas desarmantemente corales como "Chinatown" sale como un genio; un maestro en dirigir a esos personajes, logrando un excepcional trabajo de Peter Coyote, no menos excelentes de Grant y Scott Thomas y uno convincente de Seigner (compañera sentimental de Polanski), quien pudo desvirtuar el film pero que gracias al empeño de éste logra fallar. Polanski es un genio monstruoso. O una monstruosidad de genio. Me da lo mismo. Yo amo el cine de este huérfano de compañeros en su gremio..."Bitter Moon" es un desaforado viaje desde la pasión al odio de las moralmente forjadas relaciones de pareja. Polanski, siempre situado en la frontera de los personajes conflictivos, tuvo que soportar como una corriente de críticas (sobre todo de medios conservadores de los países anglosajones) se apresuraron a presagiar que con este título se llegaba al final de su carrera (evidenciando que les es un personaje incomodo al que no dudan en atacar siempre que la ocasión se lo permita). Para ellos la historia que cuenta es sencillamente un despropósito que jugaba al morbo por el morbo. Sólo en el estado español, el francés, y en menor medida el alemán, la película funcionó económicamente. Contemplada sin aspavientos "Lunas de Hiel" nos revela como una de las visiones más fieras y certeras sobre la fogosidad efímera de las relaciones, y de lo natural que resulta, para mantener viva su llama, optar por el descenso a los infiernos del placer, o, en contraste, intentar mantenerla asumiendo una pactada y finalmente aburrida rutina, explorando con una mezcla de thriller, comedia negra y melodrama desatado, que es eso de la sensualidad, la pasión, el sexo en todas sus variantes y la necesidad de lo que llamamos amor.... Todo en un estupendo guión en el que trabajaron tanto el propio Polanski, como John Brownstain y Gérard Branch , consiguiendo un sabroso caramelo envenenado de final catártico.

 

 

Polanski es un maestro a la hora de moverse en la ambigüedad moral. Aquí se trata de la disección de la institución matrimonial, presentándola a través de dos parejas, una de ellas convencional. Bajo la normalidad anodina y convencional del matrimonio de Nigel y su mujer se encuentra el aburrimiento, la hipocresía de la buena educación burguesa, el vértigo de la contención, pero por abajo vive la atracción de lo prohibido -la aventura, el deseo desatado-, la sospecha de que la felicidad matrimonial burguesa es un infierno. No hay, por tanto, ninguna esperanza. No se presenta ningún happy end, ninguna alternativa. La única persona casada y feliz es el viajero indio, viudo, tradicional, convencional, que no cree en moderneces y que cuida de su hija presentando en ella, una tercera persona, la salida a una institución matrimonial que en sus dos versiones, la "puritana y reprimida" o la "liberada" aparece como una auténtica cárcel para las personas, una fuente de infelicidad. La ironía de la película es la que la salva, con esa escena de las dos mujeres bailando juntas y dormidas en la misma cama. La escena final, con la muerte de Coyote y su mujer parece forzada, así como la despedida de la pareja burguesa del indio y su hija, el anuncio de la maternidad y de un hijo como única posibilidad de futuro o siquiera de una salida... Pero también es la única ocasión de airear una institución, la matrimonial en occidente, que aparece aquí como destructora.

 

Lunas de hiel, brillante titulo el de esta película, que contrapone a la siempre idílica y soñada “lunas de miel”. Si algo destaca en son las interpretaciones de sus protagonistas. Kristin Scott Thomas cumple como mujer subestimada, Hugh Grant esta como de costumbre, pero son Emannuelle Seigner y Peter Coyote los que elevan la calidad y con ella, la calidad del film. Seigner ofrece una interpretación magnética, tremendamente sensual y pasional, su Mimi es una bestia sexual que transmite y despierta los deseos más impuros. Coyote, por su parte, clava lo que la historia requería de su personaje, un sujeto totalmente desagradable y egoísta que logra que se le desprecie desde el primer momento que sale a escena. Lunas de hiel es un gran y oscuro film sobre los deseos más bajos, sobre el sexo sin ningún tipo de ataduras y lo que más me sedujo...como dos personas que en algún momento se amaron pueden llegar a ese extremo de degradación personal y colectiva. Lunas de hiel es la triste y siniestra degradación del amor....Pocas veces vi una escena tan erótica como la de la leche en el desayuno...." Tremendo"

 

 

 

 

 

Así es como nos sumergimos en una historia sórdida, asfixiante y desquiciada, protagonizada por una relación enfermiza pero bastante típica en según qué hombres maduros que buscan sentirse deseados y según qué chicas jóvenes con graves problemas de autoestima. Nos muestra cómo el ser humano es el peor de todos los seres, vivos y muertos, que hay sobre la faz de la tierra, y nos habla del amor desde su punto más obsesivo, eliminando de un plumazo todo aquello del amor romántico. Ni bonito ni mucho menos duradero. Román Polanski nos dice que el amor es algo así como una enfermedad mental, absolutamente fugaz, y que lo único que queda después de su paso es el cariño o el asco, dependiendo de cómo sea tu pareja y de cómo seas tú mismo. Aún con todo lo perversa que es "Lunas de hiel", se me hace más creíble que todas las comedias románticas juntas, porque la vida y sus fricciones inevitables convierten el amor en algo imposible, únicamente alcanzable desde un conformismo absoluto. El filme consigue compactar todos los sentimientos habidos y por haber dentro de una relación amorosa, incluso los más inimaginables, convirtiéndolos en comprensibles. La historia va a su ritmo, deteniéndose donde tiene que hacerlo y llegando hasta dónde quiere llegar, logrando que pasemos por los mismos estados de ánimo que los protagonistas y que entendamos porqué son como son en la actualidad. De esos polvos, estos lodos. De igual forma que lo hace el barco con sus pasajeros, Polanski nos conduce por donde quiere sin posibilidad de escape.

 

La banda sonora, de grandes éxitos, sirve para desengrasar toda la basura que vemos y para que no olvidemos que en esta historia también hubo momentos felices. De igual forma lo hace la ambientación, asfixiándonos en el camarote y en ese piso de París pero dándonos aire en la cubierta del barco, con el mar y la luna en su máximo esplendor. “Un Dios salvaje” me mostró que Polanski tenía mucho oficio, “Chinatown” me sedujo de una forma que sólo el paso del tiempo me ha mostrado hasta qué punto y "Lunas de hiel", además de parecerme extraordinaria, me ha incitado a devorarme toda la filmografía del cineasta.

 

 

El maestro ha contado la historia. Ahora entiendo, y aquí lo hago saber. Y no sólo eso, sino que también le respeto. Hay que ver cómo cambia la percepción que tenemos de la gente... como por ejemplo que entiendo a Emannuelle Seigner.

Pero miento, porque el comportamiento de Mimi es para mi incomprensible.

 

 Sin darme cuenta, este articulo-viaje está a punto de terminar.

 

 Vuelvo a mi ser... sexualmente excitado, este film me ha servido para seguir admirando a un maestro del cine, y me elevo a las lunas de hiel, porque ya he comentado que esta obra maestra me ha servido para sentirme humano, para levantar sentimientos excitantes y me doy cuenta...

 

¡Qué narices!

!La vida no es un cuento de hadas!

 

 

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