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EL FILO DE LA NAVAJA

 

 

 

 

 

 

 

 

Uno de los grandes melodramas de la Fox, “El filo de la navaja” es uno de los más claros ejemplos de lo que era capaz de conseguir la poderosa maquinaria creativa del Hollywood dorado. Adaptación de la novela homónima de Somerset Maugham, que aparece en el film como personaje, interpretado por Herbert Marshall, como el referente moral y ético de la conducta de los demás personajes de la historia, “El filo de la navaja” nos sumerge en un terreno altamente resbaladizo, sin caer, sin embargo, en el ridículo, a pesar del misticismo de la propuesta argumental y las dicotomías generosidad, espiritualidad, egoísmo, materialismo, representados por los personajes que interpretan Tyrone Power y una bellísima Gene Tierney, en un papel no muy alejado del interpretado el año anterior en  “Que el cielo la juzgue”. Cuatro son los pilares fundamentales en los que se sustenta esta maravillosa película: La inspirada dirección de Edmund Goulding, el brillante guión, de un equilibrio prodigioso, la maravillosa puesta en escena y la extraordinaria labor interpretativa de un reparto en estado de gracia, encabezado por un Tyrone Power, estelar en el papel de ese que busca ese “algo más”, secundado por el aristocrático y cínico Clifton Webb -en un papel hecho a su medida-, la torturada Anne Baxter -que se llevo un oscar a la mejor actriz secundaria- y el sobrio, brillante y eficaz  Herbert Marshall. No podemos olvidarnos, sin embargo, de la extraordinaria partitura de Alfred Newman, que compuso sus mejores paginas para films de temática espiritual y religiosa, con un tema bellísimo, uno de los más inspirados de su prolífica carrera, de la brillante fotografía en B/N y de la suntuosa dirección artística. Film trufado de secuencias inolvidables, maravillosamente rodadas, es justo destacar los elegantes movimientos de cámara que utiliza Edmund Goulding para rodar esos largos planos-secuencias, de una cadencia cercana al ballet, y sobre todo los veinte minutos finales del film, con mención muy especial a esa secuencia de casi dos minutos de duración que cierra este extraordinario film, a reivindicar con urgencia, y de obligada visión para cinéfilos nostálgicos y mitómanos sin remedio..

 

No hay nada más difícil que querer ver espíritu donde sólo hay materialismo. No hay nada más complicado que conseguir que te entiendan quienes sólo ven dinero. Y no hay nada más triste que ver repetirse una, y un millón de veces, la misma historia... y los seres humanos no aprendemos nada. Larry Darrel es un inconforme. Ya no está seguro de que el progreso de la humanidad esté representado en abundancia económica, en mejor tecnología o en una vida más fácil. Como hombre reflexivo y atento a lo que le rodea, Larry se está haciendo las mismas preguntas que muchos hombres se han hecho a lo largo de la historia y que apuntan al ser, al origen y al verdadero destino humano. Muchos ven esto como simple rutina y rápidamente dejan de lado aquellas esenciales preguntas acomodándose a las respuestas más triviales que, comúnmente, se les ocurrieron a otros. Pero, bien saben los hombres más sensibles, que es imposible evitar su planteamiento y que las respuestas sólo pueden hallarse en el propio corazón. Darrel asumirá el camino de los hombres más valientes y renunciará al amor de su pareja, a su posición económica y a su propia patria, para irse en busca de sí mismo hasta el lugar más remoto que sea necesario. París... India… y trabajos de pueblo como el sacar carbón de las minas o trabajar en un barco carguero irán, gradualmente, abriendo un sendero que jamás había imaginado. Y os aseguro que no hay ficción alguna en lo que pareciera ficción. Como ya dije esta basada en la novela de W. Somerset Maugham, “EL FILO DE LA NAVAJA”, es una impecable adaptación que recrea con gran sobriedad una época, y sobre todo una sociedad que sigue, tal cual, repitiendo por enésima vez las mismas ligerezas. El análisis es objetivo e imparcial, respetuoso del proceso que cada uno vive, marcado también por un atinado y entremezclado toque de humor y de tragedia y, en definitiva, con esa lucidez que sólo cabe en los grandes maestros.

 

 

 

En esta obra, nos presenta, la historia de Larry, un estadounidense que luchó en la guerra, donde perdió a su mejor amigo en el campo de batalla. Al regresar a casa, nada es igual. Comprobar el horror de la guerra y la fragilidad de la vida humana provoca una profunda conversión en su interior. No puede evitar pensar continuamente en su amigo que una hora antes de morir estaba lleno de alegría y vida. La fiereza de la realidad lo convierte todo en terriblemente cruel y carente de sentido. Las circunstancias llevan a Larry a plantearse el significado de su existencia y a pensar si toda ella no es más que un trágico error de la fatalidad ciega. Larry parece poseer todo lo que socialmente se estipula que hay que tener para ser feliz: juventud, salud, posición social, dinero, una mujer bella y dulce, un trabajo próspero y con proyección… Pero, aunque goza de todos estos favores, guarda un vacío interior tan grande que le impide ser feliz. Se siente impulsado a iniciar un viaje interior que se materializará a través de Asia; entre universidades, bibliotecas, monasterios… En busca de la paz interior y respuestas a preguntas existenciales: ¿qué hago aquí? o ¿para qué vivo?. 

 

ARGUMENTO

 

Un hombre, Larry Darrel, mira atrás y no se ve a sí mismo. No está muerto, ha sobrevivido a la Gran Guerra y nada es como antes. Necesita renacer y encontrar sentido a su vida. Larry romperá su compromiso de boda y renunciará a su radiante porvenir en el mundo de las finanzas. París, la India y el Tibet serán algunos de los escenarios en los cuáles buscará otro modo de enriquecerse: en sabiduría y en conocimientos, sumergiéndose en nuevas culturas y espiritualidades. Sin Darrel, la vida continúa en Chicago, en donde Isabel ha renunciado a esperarle y el crak del 29 amenaza fortunas y sueños de oro. Película imprescindible de uno de los autores más leídos del siglo XX. Un viaje al interior de la condición humana, un testimonio extraordinario que el propio Maugham nos cuenta en primera persona... la búsqueda de la paz espiritual y la felicidad de vivir.

 

Durante el viaje, Larry empieza a encontrarse con la felicidad que le aporta el sosiego, la caridad, el desprendimiento, la compasión y una actitud contemplativa. La felicidad viene provocada por la paz que experimenta en sus constantes encuentros con la Belleza, que abraza y compacta las piezas del mundo. Una “simple” puesta de sol es capaz de despertar en él “una emoción tan pura que dan ganas de llorar” y a afirmar que “si hay un Dios en el cielo, nunca estuvo tan próximo a él”. Es capaz de hallar y contemplar la Belleza a través de las formas, las líneas, los colores, la cultura…Tras la exaltación que le provocan sus intensos encuentros con la Belleza, comprende que el sentido de su existencia reside en llevar una vida en la que poder influir y tocar el corazón de los demás. Larry termina por descubrir que el efecto de su empresa quizá no sea mayor que las ondas causadas en un lago por una piedra, en el que una onda produce otra y la segunda una tercera. Es consciente de que es remotamente posible que unas cuantas personas vean que el modo de vivir que elige comporta felicidad y paz y que ellos, a su vez, puedan enseñar a otros. Espera que algunas almas vacilantes, atraídas hacia él como mariposas por la luz, lleguen algún día a compartir su ardiente convicción de que el goce supremo únicamente puede ser logrado en la vida espiritual. Sin embargo, su anhelo es tan fuerte que nada le puede detener, ni siquiera el más atractivo de los anclajes: el amor de una mujer....  Larry es acosado por los demás que le indican lo que debería hacer e incluso pensar y sentir. Pero por encima de las voces de todos, grita aún más alto la voz de su Alma, y en busca de Ella, parte hacia París.....Tras su desilusión del mundo Entonces aparece la siguiente etapa del camino espiritual, la búsqueda. Aprende de varios lugares, recibe algunas respuestas, pero sigue “perdido”. Sin embargo, su perseverancia y tenacidad tienen el premio que merecen y la Vida le conduce, curiosamente a través de un sacerdote frustrado, hacia donde “hallará consuelo”.

 

 

 

 

   El encuentro con el gurú, en la India, es la escena más bonita de la película. Él representa para Larry un paso muy importante y queda muy bien reflejado cuando el gurú le explica la razón de sus sentimientos, ya que significa el comienzo del autoconocimiento para Larry, en el sentido de que, por fin, se comprende a sí mismo: no es irresponsable ya que el hecho de venir tan lejos en busca de saber demuestra lo contrario.

 

   Las palabras del gurú son una maravillosa síntesis del Saber Divino:

 

   -" Dios es la única guía, pero si hablamos, Él quizás me enseñe un medio de ayudarte..."-

   -" El simple hecho de que vengas de tan lejos en busca de saber demuestra que no te asustan las responsabilidades. El admitir ignorancia ya demuestra valor.."-.

   -" Tu inquietud y tu confusión no son las únicas. El mundo entero está inquieto y confuso. Siempre será así mientras los hombres basen sus ideales en conceptos falsos. No habrá verdadera felicidad hasta que los hombres aprendan a buscarla dentro de ellos mismos. Está escrito que el hombres sabio se alimenta de su Luz interior. Proviene de Dios y está en su corazón. Así se consigue la calma, la paciencia, la compasión, la abnegación y la Paz eterna..."- 

   -" El camino de la salvación es difícil de recorrer; tan difícil como andar en el filo de una navaja. Pero no es un secreto. Todas las religiones lo enseñan. Hay en cada uno de nosotros una chispa de la infinita bondad del Creador, y al dejar este mundo nos reunimos con ella como una gota de lluvia que cae del cielo se reúne por fin con el mar del que nació...

   -" Nosotros, los hindúes, creemos que a Dios se llega por tres caminos. Uno de ellos es el camino de la fe y la oración; otro el de las buenas obras inspiradas por el Amor a Dios; y el tercero que a través del conocimiento conduce a la Sabiduría... Pero al final descubrirás que los tres no son sino uno. "-

 

 

 

 

   La ternura y el amor que se refleja en esta escena es tan intenso, que posiblemente sea algo parecido al encuentro de un Maestro y su discípulo.

 

   Aquel lugar, que puede simbolizar al Cristo Interno, o también al Maestro, se convierte para él en un refugio, en el que se siente protegido y guiado y que le aporta las condiciones facilitadoras de la paz interior que tanto ansiaba, llegando así a vislumbrar la gloria de la unión con Dios. Este lugar y tiempo simbolizan una etapa necesaria en el Sendero Espiritual, no en el sentido externo (viajar y aislarse), sino interno. Entonces llega el momento en que debe usar y compartir todo lo adquirido. Todo discípulo espiritual debe compaginar equi-libradamente su vida interna con su paso por el mundo. Incluso antes de encontrar lo que buscaba, Larry sabía que era algo que podría compartir; tal y como se lo dijo el gurú:

    -" No es necesario que abandones el mundo. Debes vivir en él para amar las cosas, no por sí mismas sino por lo que hay de Dios en ellas. Tu lugar está entre los tuyos. Hijo mío, eres uno de los afortunados. Por la Gracia Divina te ha sido dado ver la infinita belleza del mundo, que no es otra cosa que la imagen, como en un espejo, de la belleza de Dios. Esa sensación de júbilo, esa visión de su belleza, permanecerá contigo, fresca y viva, hasta el día de tu muerte. "-

 

Son muy significativas las diferencias entre el Larry del comienzo y el que regresa. A pesar de que para los demás todo sigue igual, Larry expresa e irradia algo distinto. Ya no es el muchacho ansioso y perdido del comienzo. Es curioso que ya no despierta reproches, sino como mínimo asombro; y algunos hablan de que la felicidad se refleja en su rostro. Es el semblante del que ha descubierto cuál es el Camino, aunque aún no lo haya recorrido. Es significativo el comentario del amigo que lo describe como “feliz pero extrañamente distante”, y es que Larry ha pasado a ser de los que andan en el mundo sin pertenecer a él.  El Amor ha crecido poderosamente en él, y ahora, por este amor, brinda sus servicios a los que le piden ayuda. Cuando Sophy entra en escena, destrozada por las desgracias de su vida, es enternecedora la actitud de Larry hacia ella. La forma en que la “ve” ejemplifica la manera en que debemos contemplar a todo ser. Larry ve lo divino en ella y su amor le mueve a tratar de traerlo fuera. Cuando Larry se casa con Sophy, queda todo reflejado que él. Sin embargo, el estudiante espiritual, incluso en el servicio, ha de seguir lidiando con el mundo, y quizás quede esto reflejado en la interferencia que Isabel provoca en su tarea de ayudar a Sophy. Sin embargo, Isabel es también la receptora de la Luz que Larry emana: aunque de forma dolorosa, las palabras de él provocan en ella, al final, cierto despertar reflejado por su sufrimiento.

 

 

 

 

Cuatro son los pilares fundamentales en los que se sustenta esta maravillosa película: La inspirada dirección de Edmund Goulding, el brillante guión, de un equilibrio prodigioso, la maravillosa puesta en escena y la extraordinaria labor interpretativa de un reparto en estado de gracia, encabezado por un Tyrone Power, estelar en el papel de ese alguien que busca ese “algo más”, y una Gene Tierney sencillamente maravillosa ...No podemos olvidarnos, sin embargo, de la extraordinaria partitura del gran Alfred Newman, que compuso sus mejores páginas para films de temática espiritual y religiosa, con un tema bellísimo, uno de los más inspirados de su prolífica carrera, de la brillante fotografía en B/N y de la suntuosa dirección artística. Se trata de un film altamente espiritual, del que recomendamos la versión clásica de Tyrone Power y no versiones posteriores. Estamos ante un argumento duro que se acerca al drama y que nos mantiene en vilo sobre la necesidad de buscar la paz espiritual...Recomiendo ver la secuencia del personaje en un retiro en Oriente:

 

 

 

 

   El final es precioso. Simplemente, y a pesar de todo, seguir navegando por el mar de la vida, pero ahora consciente de su rumbo y seguro de su meta. «Creo que quien le haya conocido no podrá sustraerse a su bondad y nobleza. La bondad es, al fin y al cabo, la fuerza más poderosa del mundo”. La frase final de esta película imprescindible no sólo es una certera definición de su protagonista, también debiera ser la máxima aspiración de todo ser humano. Es la conclusión perfecta de este maravilloso cóctel de amores trágicos, misticismo y redención entre bailes de la alta sociedad y sórdidos tugurios, entre la belleza superficial y la hondura espiritual, entre la alegre despreocupación y el tormento de la enfermedad; y la muerte.

 

Una película brillante, con un guión medido, soberbias interpretaciones  y ese aroma de un clásico inconfundible.

 

“Si alguna vez adquiero sabiduría, supongo que seré lo bastante sabio para saber qué hacer con ella”