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COMO UN TORRENTE

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como un torrente se inicia con los títulos de crédito sobre un plano de Dave Hirsh (Frank Sinatra) dormido en el interior de un autobús, a su llegada a la pequeña población de Parkman. En un asiento trasero, advertimos a Ginnie Moorehead (Shirley MacLaine), una prostituta a la que Dave, en una noche de borrachera, invitó a seguirle en su viaje de regreso a su población natal, tras dieciséis años de ausencia, y a la que el protagonista conmina a desaparecer de su vida en el mismo momento de descender del autobús. Será una separación temporal; no en vano, en este arrebatado melodrama sobre la hipocresía y la represión imperantes en la sociedad de clase media norteamericana de la posguerra (especialmente en las poblaciones más alejadas de las grandes ciudades), Ginnie acabará irrumpiendo con una fuerza conmovedora que desbordará todos los cauces sobre los que se mueven el resto de personajes, como un auténtico torrente. Ya desde su llegada a Parkman, Dave Hirsh, un escritor fracasado y alcohólico recién licenciado del ejército, se debate entre los dos mundos contrapuestos que le rodean: la sociedad bienpensante, representada por su hermano Frank (Arthur Kennedy), distinguido miembro de la élite económica de la población, y, sobre todo, por la joven Gwen French (Martha Hyer), una profesora de literatura de la que Dave pretende estar repentinamente enamorado (en un desesperado intento de acceder a una clase social que no le pertenece); él solo forma parte de la prostituta Ginnie y el jugador Bama Dillert (Dean Martin), con quien Dave establecerá una estrecha relación de amistad (en una primera y espléndida secuencia entre ambos personajes que Minnelli filma en un plano aprovechando el formato panorámico. Justamente el de Bama Dillert será el otro personaje, junto a Ginnie, sobre el que Minnelli hará recaer el principal peso dramático de la película, (cuyo papel fué ofrecido en principio a Marilyn Monroe), y que evidencia claramente hacia qué lado se decantan las simpatías del director.

 

Esta contraposición entre los dos mundos de la película se ve perfectamente reflejada la magnífica puesta en escena de Minnelli: mientras las secuencias en la mansión de los Hirsh, en el club social de la población o en la residencia de los French están dominadas por elegantes planos perfectamente iluminados en los que los personajes se mueven armónicamente por el espacio, los episodios que transcurren en el bar Smitty’s, en los garitos de juego y sobre todo, en la larga secuencia final en la feria nocturna, presentan angulaciones forzadas, un montaje mucho más nervioso y una iluminación prácticamente de estilo expresionista. Hay sin embargo un momento absolutamente magistral en el que Minnelli contamina la puesta en escena propia del mundo de la sociedad honorable con las formas que caracterizan el submundo de los bajos fondos: en la residencia de los French, Gwen lee el manuscrito de la nueva novela de Dave mientras el protagonista espera impaciente su veredicto en el exterior; los planos son  armoniosos, con una iluminación tamizada y una banda sonora marcada por una suave melodía de piano, un tema de estilo aséptico y academicista que estará presente en todas las secuencias románticas entre Dave y Gwen, claramente contrapuesto al arrebatado y bellísimo fragmento de violines que escucharemos en las escenas finales del protagonista con Ginnie; tras recibir los elogios de Gwen al finalizar su lectura, Dave se abalanza sobre la joven para besarla, momento que Minnelli aprovecha para, con un espectacular recurso lleno de osadía, disminuir radicalmente la iluminación hasta convertir a los dos personajes en negras siluetas sobre un fondo en absoluto blanco y negro. Una espléndida plasmación del insalvable sentimiento de temor de Gwen al ser atraída hacia el oscuro mundo de lo prohibido al que Dave pertenece y, por tanto, de la imposibilidad de la relación entre los dos.

 

Ante la actitud indecisa de Gwen, Dave se echará en brazos de Bama Dillert para emprender, junto con Ginnie y la chica de Bama, Rosalie, un recorrido en busca de los garitos de juego de la zona, hasta que en el transcurso de una partida resultará herido por un navajazo a raíz de una pelea tras ser acusado de tramposo. De regreso a Parkman, y a raíz de la publicación de la novela de Dave, Gwen parece dispuesta a darse una nueva oportunidad con respecto a su relación con el protagonista, pero su encuentro con Ginnie, que acude a la universidad donde Gwen imparte clase para comprobar sus sentimientos con respecto a Dave, le hacen reconsiderar definitivamente su decisión, en una demostración de intransigencia al ser incapaz de asumir que éste haya estado con Ginnie:

“Nunca he sentido nada parecido por nadie. Me toca y me muero por dentro”

 

Rechazado definitivamente por la profesora, en una secuencia en la que Minnelli nos muestra la imagen de Dave reflejada en el espejo de la alcoba de Gwen, recurso que el director repite en diversas ocasiones a lo largo de la película, evidenciando la situación del protagonista al intentar acceder a un mundo que le es ajeno. Dave regresa al apartamento de Bama para reencontrarse con Ginnie, momento  que es sin duda la mejor secuencia de la película: tras leerle su novela, Dave le pregunta a Ginnie qué le ha parecido, a lo que ésta le responde entusiasmada; cuando Dave le pregunta qué es lo que le ha gustado, y ante la respuesta indecisa de ella, él le recrimina no haber entendido nada, acusándola de estúpida, a lo que Ginnie le responde con una de las más sinceras y conmovedoras declaraciones de amor posibles:

 “No la he entendido, pero eso no significa que no me guste. Tampoco te entiendo a ti y no significa que no me gustes. ¡TE QUIERO. PERO NO TE ENTIENDO"

 

 

 

 

Será el inicio de una fugaz historia de amor que se verá abruptamente cercenada con el trágico tiroteo en la feria que acabará con el cuerpo sin vida de Ginnie en brazos de Dave. Secuencia que dará paso al plano final de la película, en el funeral de Ginnie, con la cámara desplazándose desde la imagen del sacerdote hasta la de Dave, y de éste hacia la silueta de un desconsolado Bama, el cual, esta vez se despoja de su inseparable sombrero en honor a la hermosa Ginnie. La contundente música del maestro Elmer Bernstein nos alerta acerca del contenido dramático del film. como al principio cuando el misterioso transeúnte llegue a su destino...un pequeño pueblo de Indiana llamado Parkman, un triste «agujero» en el que no hay futuro ni posibilidades. Nos preguntamos entonces… ¿por qué Dave Hirsch (Frank Sinatra) viene haciendo el camino contrario de todos aquellos que quieren una vida mejor ? Pronto conoceremos la respuesta…

 

Como un torrente es una magnífica película dirigida por Vincente Minnelli. La cinta nos ofrece una de las mejores interpretaciones del genio de Hoboken. Aunque éste es un film que se ha revalorizado con los años, no suele ser tan reconocida como otras grandes películas del actor y cantante entre las que podríamos citar De aquí a la eternidad, El hombre del brazo de oro, o El mensajero del miedo. Entorno a este tema es interesante conocer que el mismo Sinatra solía considerar su interpretación en Some Came Running como la mejor de su carrera y lo defendía con la explicación siguiente:

 «Es la única película en que no me veo a mí mismo. Veo la película y no me reconozco, fue una de las pocas veces en las que conseguí interpretar a un tipo sin ninguno de mis trazos distintivos a nivel gestual.»

 

 

 

Así pues, nos encontramos ante un film sumamente interesante, que nos introduce de lleno en la sociedad norteamericana de la posguerra, justo en los inicios de lo que se llamó el «American Way of Life». Los rendimientos económicos que siempre se obtienen cuando un país interviene en una guerra pero no la sufre en su territorio, permitieron que en Estados Unidos floreciera una potente clase media, vinculada a la industria y al comercio. Una sociedad acomodada, hipócrita y conservadora. El auge de esta clase media supuso el triunfo de un modelo de familia presuntamente conservador que, en muchos casos, enmascaraba engaños, perversiones, y envidias. Una sociedad de «cuento de hadas» que tenía unos fundamentos endebles, siempre cubierta por el halo de la hipocresía y la vana ostentación. En ese contexto nos sumerge Como un torrente. Frank Hirsch es un hombre que se vanagloria de haber alcanzado el éxito gracias a su esfuerzo personal. Administra un negocio próspero de joyería, vive en una mansión, es respetado por la comunidad, y tiene una familia ejemplar. Pero con eso sólo rascamos la superficie. La llegada de Dave, un escritor fracasado, supone para su hermano Frank una amenaza. Dave puede romper el esquema de vida idílico que tiene montado. A sus ojos, no es más que un descastado que pone en peligro todo aquello por lo que ha luchado. Pero las intenciones de unos y otros no acaban siendo tan claras. Lo bueno de la película es que la trama se vuelve más compleja por la desviación de los personajes sobre el camino que parecían destinados a recorrer. Dave no es tan amenazante para Frank aunque su presencia parece despertar sentimientos ocultos que no tardará en explorar con una de sus empleadas, rompiendo así la hipocresía en la que se estaba convirtiendo su matrimonio.

 

 

 

El film es un retrato social, la radiografía de una época, y tiene la virtud de mostrarnos lo aparente y lo oculto, avanzánda a su época a la hora de enseñar determinados comportamientos. Vincente Minnelli, confirma su innegable talento para expresar hasta donde llega el poder de las emociones humanas. Afrontó Some Came Running como un encargo de la Metro-Goldwyn Mayer. Pero pronto se olvidó de eso y quedó fascinado por el guión implicándose cada vez más y obteniendo uno de los mejores títulos de su brillante carrera. Las relaciones con Sinatra no siempre fueron fáciles pero la sangre no llegó al río y hubo el entendimiento suficiente para mantener un rodaje tranquilo. Fue idea de Minnelli contratar a Dean Martin, gran amigo de Sinatra, para el papel del tahúr Bama Dillert.

 

 

Y en cuanto a Shirley MacLaine, nominada al Oscar por su interpretación de la joven Ginny Moorehead, sólo cabe decir que está impecable a pesar de ser uno de sus primeros papeles dramáticos. Hay personas que ven una película y dicen «me ha gustado… aunque no sabría decir por qué». Esto ocurre cada día en las salas de cine y la valoración no es menospreciable porque el sentimiento es honesto. Otros desarrollarán amplias parrafadas para llegar a una misma conclusión. Debemos tener en cuenta que el cine es un fenómeno complejo y es necesario aceptar las diferentes sensibilidades que existen entre el público que acude a las salas. Finalmente, es importante citar que la conclusión del film es diferente a la novela de origen. Y ese cambio se debe a Sinatra que creyó, con acierto, que el final más lógico pasaba por el sacrificio de Ginny. Una película digna de los mayores análisis porque en ella todo tiene un significado que va más allá de lo evidente. es una brillante adaptación de una novela, la cual leí hace algún tiempo sin saber que Vincente Minnelli la había llevado al celuloide. Pero no voy a hacer comparaciones entre ambos formatos, no sería justo, ya que una película es una entidad en sí misma, independientemente de su fuente, y además se supone que el espectador no tiene por qué haber leído el libro. El ambiente está prodigiosamente recreado. Todo ese mundillo cínico e hipócrita representado hasta su máximo exponente por la pequeña ciudad provinciana. Los dos hermanos protagonistas tienen una relación marcada por el egoísmo de Frank, el mayor, y por un insalvable distanciamiento. Casi todas las personas "respetables" de ese ambiente alimentan rencores y amarguras, pero guardan las apariencias y se evaden en el alcohol. En ese mundo falso, personas de mala vida como el propio Dave, las prostitutas y Bama destacan por el hecho de que no tratan de engañar a nadie; asumen dignamente su papel de ovejas negras de la sociedad y no tratan de aparentar. Dave y Ginny, no han perdido aún las esperanzas de hallar algo mejor, pero se resignan a lo inevitable. Desde el principio al fin, el desengaño aceptado con dignidad y la melancolía omnipresente nos advierten de que no podemos esperar desenlaces felices. Vincente Minnelli logró con ello un film de patética y hermosa genialidad que se sale de lo corriente. Nunca he visto a Frank Sinatra actuar de un modo tan convincente. Realmente él era Dave Hirsh, el escritor frustrado, un hombre sensible pero convertido en un cínico bebedor. Se ha resignado al vacío de creerse un fracasado. Pero una luz se enciende para él cuando descubre que Gwen French, una bella e inteligente crítica literaria de Parkman, cree en él y agita sentimientos que él creía muertos. El gran escritor descreído comienza a intentar salir de su letargo, pero no es fácil dejar atrás los demonios que le persiguen.

 

 

 

 

 

Shirley es el punto de inflexión de la película. Es lo que la convierte en algo humano y vivo. Más que el nihilismo de Frank, el cinismo de Dean, la cobardía de la solterona rancia, el conservadurismo de su familia y el estancamiento de la sociedad entera... Ella es la mujer que sabe lo que quiere, que se respeta a sí misma delante de la mujer frígida que se atreve a juzgarla y del hombre que no sabe respetarla porque, en el fondo, obedece a los mismos clichés que el resto de las personas a las que desprecia por ello. Confieso que cada frase de "guarra", "puerca" y "zorra" me dolía. Ni por arriba, ni por abajo, nadie era buena persona. Ni los ricos ni los marginados, ni hombres ni mujeres, ni los cultos ni los ignorantes sabían ver más allá de sus prejuicios. Creo que esa era la historia que un director como Minnelli quería contar. No era Sinatra con su talento y su cinismo, sino Shirley, con sus pestañas infinitas, su falda corta, su encanto natural y su naturalidad encantadora... ella es como un torrente y se los llevó a todos por delante...Peliculón...Y eso se nota en el trazo de los personajes, que más bien viven con una insatisfacción permanente y por debajo de sus expectativas. No es el caso de Ginny, alegre y con un corazón desbordante de amor por el escritor.... Y éste, aunque no tiene media bofetada de percha en apariencia, la aprovecha muy bien y se crece en el papel, pasando de oveja negra local enamorado de una gélida profesora, bien interpretada por Martha Hyer, a darse de bruces contra la realidad que representa el sentirse tan querido y admirado por alguien que ni le entiende, lo contrario es Dean Martin, su amigo...Los colores de la fotografía son de lujo y el final increíble, envuelto con la música de Elmer Bernstein. Minnelli era uno de esos tipos que, en materia de cine, sabían hacerlo todo, fue siempre un cineasta, seguro, eficaz y brillante. Sobre el que no es preciso opinar, pues todo el mundo está de acuerdo. No es un autor difícil, ni tiene problemas de incomprensión a ningún nivel. A Minnelli, se le asocia al musical, aunque ha hecho magníficas comedias, y no menos buenos melodramas como éste que nos ocupa. Pero por encima de todo, era el cineasta del color, vivos, rojos, azules, verdes y amarillos, chillones a veces. Gozaba utilizando el color dramáticamente, siempre preocupado por el cromatismo.... Yo le denomino UN GENIO..

 

 

 

 “Como un torrente” es un hermoso melodrama, muestra desde el principio los espacios de tensión que se forman entre teoría y práctica, entre bellas palabras y conductas mezquinas, entre lo instalado y lo inestable. El cineasta va más allá del vulgar enfrentamiento de personajes opuestos: un pequeño núcleo urbano en “Scope y Metrocolor” se convierte en un campo de batalla donde dos posturas distintas ante la vida ajustarán sus diferencias. Destaca por la astucia de su construcción, impidiendo que la diversidad de personajes ahogue el flujo narrativo. Estupenda película que engancha desde el principio. La historia nos muestra una galería de personajes muy interesantes, con su soledad a cuestas, todos estupendos en sus papeles... Los fans de Sinatra lo disfrutarán aquí también, para mí gusto tan buen actor como cantante y destacaría la escena final con los dos protagonistas abrazados y un adagio como música de fondo...MUY RECOMENDABLE...Minelli nos brinda una historia que desvela la hipocresía y la doble moral, las frustraciones personales de personajes antagónicos. Un film donde los gestos y los sobreentendidos desmienten a las palabras, formando un mosaico de seres que buscan un futuro mejor para sus mediocres vidas. Donde hay espacio para la poesía y el lirismo. Minnelli, que narra con ese poso de amargura tan característico de él, la vida de unos seres inadaptados. A Sinatra nos lo presentan como un escritor sin suerte, que frustrado y decepcionado, ahoga sus penas en alcohol y prostitutas. Pero tiene una virtud. Odia la hipocresía por encima de todo, con lo cual chocará desde el principio, con los burgueses parientes que tiene en la ciudad. Éstos, por el qué dirán, tratarán de introducir a Frank en su selecta sociedad, donde conocerá a una hermosa mujer de la cual se enamorará y por la que tratará de amoldarse a " las buenas costumbres". Pero a la ciudad no ha ido sólo. Le acompaña una prostituta, algo simple, sin embargo, le quiere con todas sus fuerzas y sin condición.

 

MacLaine se reafirma como una de las más grandes actrices de la época, quizá carente del glamour de Audrey Hepburn o la relevancia de Liz Taylor, pero al fin y al cabo una actriz con unas capacidades interpretativas inmensas que al final es lo que cuenta e importa, para dar categoría de obra maestra a un film a tener siempre en cuenta...

 

QUE GRANDE ES EL CINE.

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